PREGÓN DE LAS FIESTAS
Vecinos y vecinas de Regumiel de la Sierra:
Tengo el honor de anunciaros que ya estamos en las fiestas de San Adrián Mártir, nuestro patrón.
En estas fechas singulares, me viene a la memoria tantos veranos disfrutando de vuestra compañía, hogares y pinares. Cómo al entrar por las Ventas y ver a lo lejos el pueblo, con los Urbiones detrás, se me pone todos los años la carne de gallina, sabiendo que estoy en casa. Cada hierba, cada piedra, cada olor, cada esquina, tiene un sabor especial, que viene de lo más profundo, querido y añorado.
Nunca podré olvidar aquellas tardes que pasábamos dando de comer a los cochinos de Basilisa y luego llevando las vacas hasta la calleja. Las primeras experiencias de vida, al ver nacer cerditos y morir conejos. Los días de caza de ranas en el río con el tío Julián eran siempre gloriosos, aunque nunca muy productivos, pues ya alguien se nos había adelantado. Escuchar a Don Blas platicando la misa de los domingos, o recoger caramelos y pesetas en los bautizos son recuerdos imborrables. En Regumiel escuché cuentos e historias de los mayores a la luz de la lumbre y bailé hasta los amaneceres de la tenada, y el olor de la hierba recién segada siempre me trae a los prados de Regumiel.
Venir en invierno resultaba una osadía, pero siempre podía más la ilusión de estar en la matanza con la abuela Isabel y esperar a que se curasen los chorizos de Candi, que tanto me gustaban.
Es un orgullo presumir que soy regumieleño, que a pesar de no haber nacido aquí, voy por todos los lugares de España y del mundo diciéndolo. Sigo a cualquier camión con matrícula de Burgos, deseando que sea alguien conocido. He tenido la suerte de conocer muchos montes y montañas, desde los Andes a los Himalayas, y siempre la comparación ha sido con estos mis queridos pinares, y en ningún lugar he sentido tan cerca y tanta admiración por la vida de la naturaleza como andando por Peñas ManIlas o subiendo al Triguera. Saber y conocer cómo del suelo crecen estos pinos tan impresionantes, o recoger hongos en otoño, sentir al corzo que se cruza entre brezos, o buscar el agua en las viejas fuentes.
Pero mayor huella habéis dejado vosotros, viéndoos disfrutar de la vida, de todo lo que se nos ha dado. Ver cómo el trabajo podía dar felicidad, la honradez ser la moneda más rentable, y el trato humano indispensable. Pasad estas fiestas con los seres queridos, recordando a los que no han venido y a los que ya marcharon. Y por supuesto, comed, bebed, bailad y reíd, que son las fiestas de Regumiel.
¡Viva San Adrián!
Javier Gómez del Campo
REINA
Maite Pascual Benito
DAMAS
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