PREGÓN DE LAS FIESTAS
Queridos amigos, convecinos y asistentes a este acto con el que empezamos las fiestas en honor de San Adrián Mártir, Patrón de este pueblo; una amable invitación de nuestro Alcalde me permite ser este año la pregonera, participando así más directamente de ellas. Gracias por ello a todos.
Tenéis la suerte de haber nacido en un rincón maravilloso, en plena naturaleza. Podéis sentiros orgullosos de ello. Fue mi primer encuentro con Regumiel de la Sierra en el año 1.958. Como bien sabéis, ese año vine a trabajar, con el entusiasmo de quien ama su profesión, en una de tareas más bellas que hay, la de ocuparme de la educación del mayor tesoro que poseen los pueblos: sus niños. Ellos son la alegría de las casas y de las calles. ¡Nada más triste que un pueblo sin niños! Durante 35 años esa fue mi ocupación. Hoy, jubilada y en otra etapa de mi vida, pienso que han merecido la pena los años de dedicación y esfuerzo en los que tuve la suerte de formar parte de un gran equipo, del que quiero recordar con especial cariño a D. Blas, durante tantos años nuestro Párroco y hoy jubilado, a D. Augusto, que fue el guardián de la salud de tantos nosotros y tantos otros que participaron de la labor en aquellos años.
Aquellos niños que ayudamos a formar ayer, son los hombres que hoy rigen los destinos de Regumiel: unos como autoridades y otros como vecinos afincados en él, trabajando día a día para engrandecerlo y mejorarlo.
Algunos salieron para trabajar o estudiar y hoy tenemos médicos, profesores, químicos, ingenieros y trabajadores en general; un nutrido grupo de excelentes profesionales que dejan muy alto nuestro pabellón. Algunos nos dejaron para siempre. Vaya para ellos nuestro respeto y nuestro recuerdo.
Otros pasean con orgullo el nombre de Regumiel por todos los rincones de España y otros lugares de Europa. Son nuestros compañeros, avezados conductores y transportistas ejemplares que en su día tomaron el relevo de aquella Hermandad de La Cabaña Real de Carreteros. Estos, desde tiempos ya lejanos, transportaban la madera con la que en otros lugares se construía el país y traían de sus viajes los productos de los que se carecía en esta tierra.
A todos estos profesionales animamos a seguir su esforzada labor ¡Que nuestro Patrón les bendiga y San Cristóbal les proteja! Durante los cuarenta años que llevo con vosotros hemos vivido muchos cambios, la mayoría de ellos a mejor. Han cambiado las costumbres, algunas han desaparecido, aunque no las hemos olvidado. Recuerdo algunas. Por ejemplo, las obras de teatro que niños y adultos interpretabais, convirtiéndose en actores improvisados en el día del Maestro, o para recoger fondos para vuestras excursiones. No olvidamos tampoco a las muchachas que en Semana Santa repartían alfileres bendecidos por las casas y cantando en las puertas. Ni a los mozos que en la noche de ánimas desde el campanario de la Iglesia y otros puntos del pueblo recorrían las calles cantando. La ropa se lavaba en los pilones, con frío o calor, y con la dureza añadida de hacerlo de rodillas. Muchas de las mujeres aquí presentes recordarán el de las Fuentecillas, ya desaparecido.
¿Y los pinos? Algunos aún recuerdan cómo se tiraban con el tronzador de alubia y con hacho al corte de gamella. Hoy las fábricas disponen de mejor y más moderna maquinaria. ¡Y cómo no! Otras cosas también han cambiado. Recientemente restaurada ‘La Casa del Médico” se ha convertido en Casa Rural dedicada al turismo.
La escuela de párvulos ha pasado a ser hogar de la Tercera Edad y disponemos de farmacia, servicio del que antes carecíamos.
En fin, son tantos los cambios (unos más beneficiosos que otros), que juntos han remodelado nuestras costumbres y nuestro pueblo, dándole un aspecto nuevo.
Tomemos de todo ello, de lo viejo y de lo nuevo, lo mejor, y consigamos que nuestro entorno sea un lugar de convivencia pacífica y alegre en el que todos nos sintamos felices. Hagamos también que nuestras fiestas sean un vehículo de amor y olvido de roces y tensiones.
Con el respeto y la colaboración de todos, Regumiel de la Sierra
será un remanso de paz que dure no sólo las fiestas,
sino también el resto del año.
Fiestas éstas, que son distintas,
ni mejores ni peores que las anteriores, ya que eso depende del uso o abuso
que de ellas hagamos al celebrarlas.
Me gustaría que al acabarlas todos sin excepción nos sintiéramos orgullosos y contentos. Sería la prueba de que hemos sabido celebrarlas, que nos hemos abierto con sinceridad a todos, los que estamos dentro y los que han venido a pasarlas con nosotros.
Deseo de todo corazón que para todos sea una agradable experiencia. Que los que vengan de fuera, familiares y amigos, se lleven una grata impresión y puedan decir: ¡Qué sana alegría! ¡Qué estupendas fiestas! y que queden con verdaderos deseos de acompañarnos el próximo año.
A todos os deseo:
¡FELICES FIESTAS! - ¡VIVA SAN
ADRIÁN! - ¡VIVA REGUMIEL!
Faustina Blanco Lozano
Maestra Nacional
REINA
Cristina Chicote Gil
DAMAS
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